El ascenso de las IAs: Una distopía anunciada.

Multiples IA, avances y hype en inteligencia artificial

Desde hace unos años, las inteligencias artificiales están protagonizando el mayor salto tecnológico de nuestra era. No es exagerado decir que lo que está ocurriendo parece sacado de una novela cyberpunk: máquinas que escriben, que crean arte, que aprenden, que parece que piensan.

¿Estamos ante una revolución o ante una burbuja de puro hype?

Yo creo que un poco de ambas.

El origen cyberpunk de la IA

Las IAs no nacieron ayer. El concepto mismo de una inteligencia artificial aparece ya en relatos de los años 50 y 60, cuando autores como Isaac Asimov con sus leyes de la robótica en Yo, Robot (1950), Philip K. Dick con sus replicantes en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968) o Arthur C. Clarke con su malvada IA en 2001: Una odisea del espacio (1968 también) empezaban a preguntarse qué pasaría si las máquinas adquirieran conciencia.

Pero fue en los años 80 cuando el género cyberpunk nos advirtió que esto no iba a ser un camino de rosas. Neuromante de William Gibson y Blade Runner de Ridley Scott, adaptación de la obra de Philip K. Dick, pusieron sobre la mesa una distopía tecnológica donde las megacorporaciones mandan más que los gobiernos y la inteligencia artificial está en todas partes. Ahora parece que no estamos tan lejos de ir por esa vía.

El gran salto de las IAs

A partir de 2022, se desató una carrera tecnológica que tiene casi más tintes de guerra fría digital que de evolución tecnológica. Todo empezó cuando OpenAI lanzó ChatGPT(Estados Unidos, 2022). Lo que empezó como un experimento curioso se convirtió en una revolución imparable. De repente, cualquiera con un móvil podía tener una conversación fluida con una IA, pedirle que escribiera guiones, tradujera en tiempo real o explicara física cuántica como si fuera tu colega del bar.

Y no solo eso. Muy pronto, otras se unieron a la carrera:

  • Stability AI, creadores de Stable Diffusion (Reino Unido, 2022), se centraron más en IA generativa visual que textual.
  • Google presentó Gemini (antes Bard) (Estados Unidos, 2023), apostando por integrar la IA en su ecosistema global.
  • Anthropic, una startup con ex-empleados de OpenAI, lanzó Claude (Estados Unidos, 2023) con una ética centrada en IA segura.
  • Meta, gigante detrás de Facebook, lanzó LLaMA (Estados Unidos, 2023) como un modelo abierto para la comunidad investigadora.
  • Mistral AI, desde Francia, irrumpió con mistral.ai (Francia, 2023), apostando por transparencia y modelos ligeros.
  • xAI, la compañía de Elon Musk, creó Grok (Estados Unidos, 2023) integrado con X, con una personalidad sarcástica incluida.
  • Cohere, enfocada en empresas, lanzó Command R+ (Canadá, 2023) para tareas profesionales y empresariales.

Y no se trata solo de empresas. Países como China están invirtiendo miles de millones en modelos locales como ERNIE Bot de Baidu o SenseChat de SenseTime, buscando no depender de tecnologías occidentales.

Esto ya no es solo innovación, es geopolítica.

¿Competencia real o mucho hype?

Ahora bien, entre tanta novedad, también hay mucho ruido. Cada semana parece salir una nueva IA «mejor que todas las anteriores», con nombres llamativos y promesas de cambiarlo todo. ¿Pero cuánto hay de cierto?

La verdad es que sí hay avances importantes, pero también una dosis enorme de hype. Muchas empresas están compitiendo más por visibilidad que por resultados reales. Las demos están súper curadas, los comunicados de prensa parecen trailers de películas y los inversores meten millones esperando un retorno inmediato.

Y se notan las prisas. Aquí un par de ejemplos:

Aun así, hay negocio, y mucho. Y eso genera una narrativa inflada que a veces confunde más que informa. Y lo peor es que millones de usuarios acaban pagando por herramientas «fantásticas» sin saber qué datos usan ni como los usan, ni con qué limitaciones reales cuentan o cómo van a funcionar.

¿Hacia dónde vamos? ¿Y si el cyberpunk tenía razón?

Una de las preguntas que más se repiten es: ¿qué va a pasar con nuestros empleos? La respuesta: van a cambiar mucho, pero depende de cómo se gestione.

Sectores como la programación, la traducción, la atención al cliente o incluso la creatividad están empezando a sentir el impacto. No porque las IAs vayan a reemplazar de golpe a todos los trabajadores, sino porque están acelerando procesos, bajando costes y haciendo que los modelos de negocio se reformulen. En algunos casos se perderán puestos. En otros surgirán nuevos. Pero nadie se escapa del cambio.

Y más allá del empleo, también hay otras preocupaciones: ¿Qué pasa con la privacidad? ¿Y con los sesgos? ¿Y con la manipulación de decisiones? ¿O de elecciones? ¿Y la creación de deepfakes? Y un sinfín de cosas que surgirán…

La tecnología va por delante de las leyes, y eso es siempre una receta para el caos.

La casa por barrer y la IA sin regular

Vivimos una era de discursos bonitos, pero los intereses están clarísimos. Las grandes compañías, las mismas que lideran el desarrollo de estas IAs, se llenan la boca hablando de «principios éticos», «IA responsable» y «alineación con los valores humanos».

Microsoft, Google, Meta, OpenAI, Amazon… todas han firmado compromisos y manifiestos, han creado comités éticos e incluso han participado en foros globales para regular la IA. Que bien suena, pero esos compromisos muchas veces son de autorregulación porque lo que temen de verdad es que los gobiernos impongan reglas que frenen sus beneficios.

Estados Unidos intenta proteger su liderazgo, China tiene su autonomía, y Europa, bueno, intenta legislar sin quedarse atrás. Pero mientras tanto, estas empresas avanzan a una velocidad que da miedo.

Y tú, ¿crees que los gigantes tecnológicos nos salvarán o ya están escribiendo el final de este cuento?